Nuevamente en el ámbito de las políticas públicas hacia la discapacidad se ha
construido un círculo. Como cualquier figura cerrada hay poblaciones que quedan
fuera, y otra vez son las personas con discapacidad Múltiple. El círculo al que
hago alusión se llama Ley de Inclusión Laboral (21.015), cuyo espíritu, sin duda,
representa una lucha por abrir caminos y condicionar cambios para hacer del
sistema laboral un espacio acogedor de la diversidad. Sin embargo, esta Ley no
contempla formas de producción y funcionalidad con niveles de dependencia y
acompañamiento permanente, no contempla a las personas adultas que su
situación de discapacidad múltiple supone políticas que partan desde la
comprensión de flexibilizar el modelo social y productivo, ajustándolo
razonablemente a las características de este grupo de personas. De no existir
estos “ajustes”, se terminan construyendo leyes -como la de Inclusión Laboral-
donde no tienen cabida proyectos e iniciativas para las personas adultas con
discapacidad múltiple, como el proyecto de red sociolaboral (ALBALAB) de
CORPALIV. Lo anterior, en concreto significa que el sistema social los envía a sus
casas luego de los 24 años de edad, que es el tiempo máximo que pueden estar
en el sistema educativo. ¿Qué hay después?, ¿qué viene en el ciclo de vida
siguiente al de la Escuela? La respuesta actual es Nada; 24 años de arduo trabajo
para desarrollar habilidades comunicativas, cognitivas, motoras y sociales para
volver a la casa sin poder hacer Nada. En efecto, con la Ley 21.015 el sistema
laboral se mantiene cerrado en unas lógicas de producción que no permiten
HACER desde otras formas de SER.
Carolina Tapia B.
Directora Escuela Especial de CORPALIV