En tiempos de pandemia toda la sociedad ha debido buscar alternativas de funcionamiento en sus tareas habituales para evitar el contagio por coronavirus. La educación ha estado constantemente en el foco de la noticia al reinventarse saliendo de las aulas para llegar a sus estudiantes a través de diferentes plataformas, realizando un gran esfuerzo por entregar aprendizajes de calidad.
Para las escuelas especiales ha sido aún más grande el desafío. Sobretodo porque muchos de sus estudiantes requieren de acompañamiento personalizado para enfrentarse a lo pedagógico y mantener sus rutinas de vida diaria, que facilitan sus aprendizajes y dan significado a las experiencias.
En el contexto país, el Ministerio de Educación ha entregado refuerzos a las escuelas para palear los malos momentos y entregar recursos a los estudiantes. Sin embargo, las escuelas especiales no califican para recibir estos refuerzos y apoyos.
Nuestras escuelas requieren de mucho recurso humano para funcionar adecuadamente (docentes, técnicos, terapeutas ocupacionales, psicólogos, fonoaudiólogos y/o kinesiólogos, trabajadora social, entre otros) y también de tecnología adecuada. Se requiere aún más ayuda dado que, por ejemplo, en el caso de los estudiantes con discapacidad múltiple, no es posible hacer una clase grupal por zoom donde todos estén atentos y receptivos al menaje del profesor/a, por lo que hemos debido desarrollar estrategias diversificadas, de acuerdo a las realidades de discapacidad particulares de cada alumno, que incluyen hacer minivideos individuales con indicaciones para cada familia, acompañamiento a los padres para ejecutar las tareas, apoyo en materiales, acompañamiento psicoemocional, entre otras muchas acciones más.
Nuestras escuelas requieren urgentemente de nuevos recursos para estar a la altura de las necesidades educativas especiales de cada uno de sus alumnos, respetando así su derecho a una educación de calidad incluso en tiempos de pandemia.
Con la puesta en marcha del Decreto 83/2015 nuestras escuelas pasan en teoría a funcionar como escuelas básicas regulares desde el punto de vista curricular, con todos los ramos correspondientes a la etapa escolar que se esté cursando, con mayores exigencias de personal, calificaciones, etc. Pero sin los recursos económicos que se entregan como los que otorga la Ley SEP, que hasta ahora han estado destinados solo a la educación básica regular, no podemos acceder tampoco a la subvención de refuerzo educativo en tiempos de pandemia. Nuestros alumnos son vulnerables desde el punto de vista económico, social y de salud, con derechos y deberes como todos los chilenos y chilenas. Y merecen, como todos los estudiantes de este país, que les entreguemos todas las herramientas necesarias, sin caer en este tipo de discriminaciones, para que logren su máximo potencial e inclusión en nuestra sociedad.
